El liderazgo pedagógico del
maestro, se evidencia cuando éste es capaz de conseguir los mejores aprendizajes
por parte de sus alumnos, a través de la motivación. A esta motivación
intrínseca se llega cuando el estudiante sabe muy bien lo que tiene que hacer,
tiene claro qué se les está pidiendo, lo hacemos partícipe de manera activa en
las actividades de aula, le respetamos sus procesos individuales de aprendizaje
y llevamos un proceso de evaluación continua y acordada con el grupo, en
relación a sus formas y posibilidades.
Pero nada de lo anterior será
posible, si este liderazgo no lo llevamos de la mano con el liderazgo afectivo
y emocional, a través del cual el maestro genere un clima de confianza con el
estudiantado. Un líder afectivo que sea capaz de contagiar al grupo con su
entusiasmo y creatividad, que se convierta en un generador de diálogo, capaz de
diseñar estrategias de aula en donde fomente el trabajo colaborativo en equipo,
bajo un espíritu crítico, empático en sus relaciones y respetuoso de las
opiniones de los demás, que los lleve a la toma asertiva de decisiones.
Para que todo lo anterior sea posible se les sugiere algunas recomendaciones:
- Sea un docente sociable, capaz de entablar y mantener relaciones favorables tanto con sus compañeros de trabajo como con sus estudiantes.
- Conozca al grupo, no sólo dentro del aula, sino también fuera de ella. Comparta con los chicos en los recreos, obsérvelos, participe de algunas actividades extra cátedra. Esto le permitirá tener una mayor competencia a la hora de trabajar dentro del salón de clases.
- Realice intervenciones pedagógicas cuando observe que sus estudiantes tienen conflictos con algún otro miembro de la comunidad educativa. Converse con ellos, escuche su problemática y a través de su liderazgo genere alternativas positivas para su resolución.
- Cree un clima adecuado de convivencia en la clase, a través de la disciplina positiva y democrática, en donde ante el quebrantamiento de la norma aplique medidas reflexivas, acompañadas de llamados de atención en donde se respete a la persona y no se generen situaciones de exclusión como el retiro del aula o la prohibición de participar de alguna actividad, al contrario, muéstrele al niño o joven que es parte del salón, que su participación en el grupo es importante y que a Ud. le interesa que esté atento y aprenda.
- Participe como un docente mediador, que mantenga el equilibrio emocional, de manera tal, que sirva de punto de referencia a sus estudiantes en lo relacionado al manejo de situaciones conflictivas, resolución de problemas e intervenciones acertadas ante las situaciones difíciles que se puedan presentar en el aula.
- Tome tiempo para conocer a sus familias. Programe entrevistas en donde asistan tanto el padre como la madre del chico, comparta con ellos lo que observa y permítase escuchar qué visión tienen ellos de su hijo y del centro.
- Diseñe unidades didácticas en donde conecte con la parte emocional de los chicos e incluya en algunas de ellos a sus padres y abuelos.
Comentarios
Publicar un comentario